domingo, 20 de junio de 2010

Poder es querer

El revólver de la abuela puedo usarlo para sacar corriendo a la barra de las viviendas cuando quieren usar mi cuadra para llegar al campito de los circos.

Cuando Julio sepa lo que conseguí, se va a poner otra vez de mi lado. Desde que lo invité a boxear y me ganó, dejé de ser su mejor amigo y empezó a verduguearme (atormentar, humillar).

Con este revólver maravilloso podré hacer lo mismo que hacen los cobois (cowboys) que lee mi papá en las novelas.

Él siempre me cuenta cómo los más crá (cracks, diestros) pueden pegarle un tiro entre las cejas a los malos ¡sin desenfundar! Yo creo que sé como se hace porque estuve practicando delante del espejo del ropero ¡y me sale igualito!

Además me parece que Albita también se va a enamorar de mí cuando vea que tengo este revólver todo cromado. Seguro que se va a venir conmigo y que lo va a dejar a Enrique, por más bizcochos que él le compre con la plata que le roba al padre cuando viene a comer al mediodía.

Capaz que el que manda en la cuadra puedo ser yo, porque Julio es más alto pero no tiene revólver. Si yo pudiera ser el jefe de la barra, entonces Albita seguro que se arregla (ennovia) conmigo y hasta capaz que me invita a tomar la leche en la casa sin que la madre sepa que ahora es mi mujer.

Después también Ruben me va a prestar la bici (bicicleta) que hoy sólo le está prestando a Julio porque es el jefe, pero si yo paso a ser el que manda más, seguro que me la presta a mí.

Cuando me la preste voy a poder hacer la palomita parado en el asiento. ¡Qué bueno estaría que justo saliera Albita y me viera! ¡Quedaría re-metida (enamorada) conmigo! Yo sé bien cómo se hace porque aprendí de un equilibrista buenísimo que vino con un circo y cuando lo practiqué delante del espejo arriba del taburete, ¡me salió igualito!

Como Albita lo va a dejar a Enrique para arreglarse conmigo y él ya no le va a comprar más bizcochos, le voy a decir que con la plata que le roba al padre tiene que comprarme los fulminantes.

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domingo, 6 de junio de 2010

Lo paterno

Mientras esperamos que oscurezca un poco más, les voy a contar la historia que le escuché a Rogelio, por lejos el mejor amigo de mi padre, cuando yo era un gurí (1) como ustedes, y me acompañó en mi primera visita al prostíbulo del pueblo, tal como nosotros iremos en un ratito. ... Sí, yo también estaba nervioso.

...pero, les cuento, los hechos habrían ocurrido en Montevideo, allá por 1955.

Benito Gurméndez era un rico hacendado que estaba incursionando en la política nacional, usando el ruidoso sendero de la agresión verbal.

Aburrido de que sus negocios agropecuarios pasaran por un interminable período de auge, se había quedado sin desafíos y buscaba en el protagonismo mediático una descarga a tanta energía acumulada.

………

Dante Loyarte estaba convencido de que algún día sería famoso como poeta, aunque ya había logrado hasta la adhesión de su madre al coro de hermanas y primas que no se cansaban de decirle en la cara: «¡sos un bueno para nada!», «¡un inútil!», «¡un vago!», «¡un clavo remachado!».

No sabían estas mujeres que Loyarte interpretaba estas diatribas como el antecedente infaltable en todo éxito fulgurante.

………

Benito Gurméndez se manejaba con una bibliografía básica: Maquiavelo y Goebbels.

Apelar a la paranoia y la credulidad de las masas, era la receta elegida por él.

Había encontrado dos o tres teorías conspirativas que referían a los gobernantes de turno, y con ellas había logrado que todo el periodismo —radial y escrito— lo prefiriera porque sus opiniones siempre escandalizaban.

………

Caminaba Loyarte por 18 de Julio (2), cuando al ingresar a la Plaza Independencia (imagen), vio sorprendido que una cantidad de hombres se le abalanzan con gesto voraz.

El pánico lo inmovilizó, pero en segundos comprendió que a su lado estaba otro transeúnte, —un señor de escasa estatura y de aspecto distinguido—, que se aprestaba a recibir a esa jauría de reporteros con gesto complacido.

El alma le volvió al cuerpo y comenzó a divertirse con este espectáculo insólito para su existencia bohemia y solitaria.

El asedio se volvió excesivo y el pequeño señor empezó a dar señales de que le faltaba el aire.

Normal en Loyarte, atinó a sacarse el sobrero y comenzó a abanicarlo, por lo que Benito Gurméndez lo miró con un gesto de infinita gratitud bajo una lluvia de flashes.

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Otro entretenimiento para Gurméndez, eran sus conversaciones con un publicista norteamericano que tenía viviendo —a todo confort y con dedicación total—, en el Hotel Victoria Plaza.

Con él forjaba otro gran emprendimiento: convertir a este pequeño país en una réplica —a escala— de aquella nación que Hollywood le había mostrado tan bien maquillado como una novia en su boda.

Las notas gráficas que habían poblado las páginas de todos los diarios tenían a un Gurméndez señorial junto a un típico nativo, conformando una única imagen de estética insuperable.

Cuando el experto norteamericano le hizo ver a Gurméndez que aquella mirada de gratitud al divertido Loyarte, había sido subtitulada por los medios de prensa, como «El encanto de un gran señor por este típico representante del pueblo uruguayo», le describió y diagnosticó en términos semióticos:

«Todas las fotos son publicitariamente fantásticas porque ya están anunciando cómo aquella utopía de fusionar dos culturas y clases sociales muy diferentes, no solamente es posible sino que también son tan idílicas como para mover inconteniblemente a legiones de seguidores fanatizados por este mesías que, por fin, se había decidido a llevar a la plena felicidad a su pueblo elegido».

Nuevamente la valoración del publicista resultaba convincente para Gurméndez quien, como hombre de acción, se puso en campaña para ubicar «sí o sí» a esa imprescindible otra mitad de la imagen vendedora.

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Serían las diez y pico de la mañana cuando la hermana mayor llamó al dormitorio de Loyarte.

Él se despertó extrañado, porque ya había logrado que toda la familia renunciara a modificar sus hábitos de descanso ... y de alimentación y de vestimenta y de trabajo.

¡Qué!» —gritó desafinado. — Unos señores te buscan —dijo ella, con voz de mala noticia.

Aún no sabía Loyarte, que su vida cambiaría para siempre.

……

Pero ¡bueno! ya oscureció lo suficiente y nos conviene ser de los primeros para que las chiquilinas estén bien descansadas. ¡Las maravillas que van a conocer! ¡Humm, siento como que le estoy pagando a Rogelio la gauchada (3) que me hizo!

(1) En Argentina y Uruguay: niño, muchacho.

(2) Avenida importante de la ciudad de Montevideo.

(3) Favor ocasional, hecho con buena disposición.

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Asesoramiento desde la fantasía


José María es un Ingeniero en Sistemas. Cursó esta carrera porque tiene fama de ser muy difícil, engorrosa y aburrida, pero sobre todo porque la madre siempre quiso tener por lo menos un hijo ingeniero, aunque los demás fueran todos empleados públicos.

Siempre está bien informado, posee capacidad de mando y baila muy bien.

Las mujeres lo miran y comentan ... pero a él no le interesa qué comentan porque sólo le preocuparía la indiferencia.

Con su novia es atento en público, aunque un poquito violento y tiránico en la intimidad, ya que en su grupo de pertenencia se cultiva esta duplicidad.

Ella lo maneja bastante bien porque sabe poner cara de «¡cómo te amo José María!» delante de la gente y cara de «¡cuánta lástima te tengo!», cuando él la destrata en la intimidad.

El discurso gestual de María José es muy eficaz. En esto se parece a Meg Ryan (imagen).

Como hijo de padres divorciados, es un gran negociador y sabe aprovecharse de las dificultades del otro.

Desde su más tierna infancia comenzó a desarrollar el arte del chantaje emocional, pero su fuerte son el soborno y la extorsión. Si alguien me dijera que fue él quien provocó la separación de sus padres, no tendría argumentos para rebatirlo.

Desde el punto de vista laboral siempre mantuvo un bajo perfil ante sus pares, aunque sabe ser muy seductor con sus clientes.

Con María José suelen organizar reuniones con una o dos parejas más, en su coqueto apartamento con vista al campo de golf, que en realidad pertenece a su padre —la mamá se encarga de pagar los gastos comunes—.

Carece de talento como humorista, pero al contar ciertos chistes famosos, los termina con una carcajada tan pegadiza como un bostezo.

También plagia algunas frases:

• La experiencia es un peine que te da la vida cuando ya estás pelado.
• Prefiero pedir disculpas antes que pedir permiso.
• La peor manera de perder el tiempo es llegar en hora.
• La guerra ha demostrado ser partera del progreso.
• Voy a vivir de mis viejos hasta que mis hijos puedan mantenerme.


Cuando yo era niño, viví en un edificio habitado solamente por gente mayor.

Aquella soledad quedó resuelta con este José María que acabo de presentarles: mi gran amigo imaginario.

Ahora que soy adulto y vivo rodeado de gente, no puedo prescindir de su asesoramiento.

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sábado, 5 de junio de 2010

Cien-tí-fica-mente

— ¡Hola! ¡Hola! ¿Malena? Soy Beatriz.
— ¿Qué pasó Beatriz a esta hora? Acá son las doce de la noche.
— Disculpame, no me acostumbro a la diferencia horaria, pero necesito contarte que me estoy divorciando de Ruben.
— ¡No puede ser, si es un tipo fenómeno! ¿Qué les pasó?
— Lo de siempre: me engaña con una compañera de trabajo.
— Bea, ¿podemos hablar el sábado por el chat? Te juro que estoy muerta de cansada y no puedo atenderte como te merecés. ¿Puede ser?
— Sí, disculpame. Nos hablamos el sábado.
— ¡Suerte Beatriz! Y realmente te juro que lo lamento muchísimo. Por vos y por él que me parecía flor de tipo.
— Un beso. Chau! Y disculpá la hora, eh!
— ¡Vale! Un beso.

…………

— ¡Hola! ¿Papá? Soy Beatriz, ¿podés hablar?
— Justo empezó el informativo, pero decime ¿qué necesitás?
— Empecé los trámites para divorciarme de Ruben.
— ¡Uuuh! ¡Qué macana! ... ¿Te puedo pasar con tu madre que me está haciendo una señas que no le entiendo nada?
— Sí, dame con ella.
— Bueno, te paso y lo lamento mucho. ¡Suerte!
— (Alarmada) ¿Qué pasa Nena?
— Empecé el divorcio, mamá.
— (Con voz quebrada) ¡Qué horrible! ¿Qué sucedió?
— Lo clásico. Excepto papá, todos los hombres son iguales. Lo pesqué saliendo con una compañera de trabajo y tuvo que confesarme todo.
— (Ahora con furia incipiente) Yo nunca te quise decir nada, pero ese muchacho no era para vos. Tiene toda la pinta de ser flor de zorro. ¡Hacés bien nena! ¡Ese sujeto no te merece!
— Bueno ma, quería que fueran los primeros en saberlo. Veremos cómo me arreglo. Te mando un beso.
— Ya sabés que siempre podés contar con nosotros para lo que sea. ¡Suerte nena! ¡Te queremos mucho!
— Gracias, mami. Mañana la seguimos. Te mando un beso grandote.
— Otro para vos. Chau.

………

— ¡Hola! ¿Ruben?
— ¿Y quién va a ser boluda? Me estás llamando al celular.
— Escuchame Ruben, ¡lo nuestro no da para más! Me quiero divorciar de vos.
— (Furioso y reivindicativo) Pero decime una cosa, ¿vos me viste cara de imbécil a mi? ¿Te crees que yo me divorciaría de una tipa que tenga tu cuerpo? ¿Tenés alguna idea de cuánto valen tus piernas, tus caderas, tu culo, tu cintura? Con la calentura que tengo contigo, yo y todos los del edificio y los de la cuadra y los de la manzana, sin distingo de edades o género, ¿pensás que yo te dejaría en banda para que te enganches con algún idiota, que se comporte como un cura pero que no valore lo genial que sos como mina? (Aún más agresivo) Y aunque a la postre no me importe, también te lo tengo que decir: con ese maridito modelo, te doy poco tiempo para que te conviertas en una gorda celulítica y chancletuda. Así que mi respuesta es: ¡No! ¡Ni loco! ¡Antes muerto! Ahí está, ves, te hago un ofrecimiento razonable e inteligente: ¿por qué no me pedís la viudez en lugar del divorcio? (En tono ligeramente más conciliador) ¿Por qué no te venís con todas las armas que tenés y tratás de matarme y que parezca un accidente? ¡Jugatelá chiquita! Subí ahora y liberate de mí con todo tu arsenal. Pero eso sí: venite preparada porque me voy a defender como gato entre la leña. Acá tenemos un ring de dos plazas, ideal para este tipo de homicidios.

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Beatriz entra al dormitorio sin ropa y el cuerpo de Ruben reacciona antes que él. Aún más demoledor que el primero, el segundo golpe se produjo cuando el perfume irrigó su cerebro.

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(El lector podrá recurrir a su álbum de imágenes visuales y acústicas para insertar aquí aquellas que mejor se adecuen al contexto sugerido)

………


Dieciséis años después, Ruben hacía un tiempo que había constatado empíricamente que «Beatriz es la mina» y ya no tenía necesidad de continuar tan concienzuda prospección. Por su parte Beatriz, se sintió habilitada para realizar sus propias investigaciones de campo, aunque para llegar a la conclusión de que «Ruben es un divino», le resultó suficiente el relevamiento de una casuística menos numerosa.


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