jueves, 5 de julio de 2012

COSA DE MUCHACHOS


Celeste — Sabe que esta mañana estuvo mi hijo mayor. El casado y padre de dos varoncitos. Se ve que se escapó del trabajo porque vino como a las once de la mañana y a esa hora él tendría que estar trabajando. Pero ¡bueh! vio como son los muchachos jóvenes. Una cuando trabajaba ¡cuidadito de faltar, llegar tarde o contestarle al capataz! Pero ahora las cosas han cambiado mucho y hasta hacen cosas particulares en horas de oficina o le usan el teléfono al patrón. Ernestito me cuenta como una gracia que cuando nadie lo ve, mira la Internet y le manda cartitas a las amistades.

Blanca — Supongo que debe ser parecido a lo que me cuenta Teresita que hacen en su trabajo. Ella me dice que también mira la Internet y que se mandan cartas con Ernestito.

Celeste — A, ¡no me diga! ¿No andarán en algo estos dos? Cuando eran más chicos ¿recuerda que se refistoleaban? Teresita es muy liberal y no me extrañaría que se despreocupe de que él ahora está casado.

Blanca — Bueno, ese es un asunto de ellos. Yo no me meto porque “comedido siempre sale mal”. El Ernesto ya es grande y sabe lo que hace.

Celeste — Sí, tiene razón pero mi nuera es muy buena muchacha y muy trabajadora. Creo inclusive que hasta gana más que él.

Blanca — Eso no lo sé, pero parece que su hijo siempre se queja de que los tiene que ayudar económicamente a ustedes y que por eso ella aporta a la casa más que él.

Celeste — ¡Qué raro! A veces él nos deja un poquito de plata debajo del florero azul (ese que nos trajo a usted y a mí la mujer del zapatero cuando viajó a Europa), pero es una insignificancia. Además, gracias a Dios, con la jubilación de mi marido nos alcanza perfectamente. Fijesé que hemos llegado a prestarle plata a él no sé para que apuro que tuvo. Fue más o menos cuando la Teresita se hizo el aborto.