domingo, 8 de mayo de 2011

¡Quién las entiende!

Sí, realmente fue apasionante. Recuerdo que vi una película que me dio las claves de cómo conquistar a una dama y enseguida puse manos a la obra. El galán era alto, muy vistoso para mi gusto pero terriblemente seductor para mi hermana, quien, sin ella saberlo, me orientaba con sus suspiros e interjecciones sobre lo que es lindo para una mujer. Este galán era muy pobre y coincidió en los 90 minutos que duró la película que, después de haberse recibido de médico y ganado por méritos un puesto de director en el hospital del su ciudad, logró que la chica de sus sueños, primero aceptara ir con él a un baile y que terminaran casándose sobre el minuto 86. Fue por eso que hice la carrera de medicina en forma meteórica y que me postulé a cuanto puesto de dirección se me cruzó en mi carrera profesional. De otra película igualmente obtuve muy valiosa información porque el muchacho era pobre como yo, pero su denodado esfuerzo lo llevó a disponer de una fortuna considerable. Pudo comprarse una magnífica casa, un auto convertible —rojo, por supuesto—. Coincidió con estos logros que la muchacha más hermosa y esquiva del condado le devolvió una de sus anhelantes miradas, lográndose sobre el final de la película una preciosa relación en la que él se mostraba muy feliz. Fue por eso que yo me metí en cuanto negocio pude para salir de la mediocridad económica y hoy dispongo de un capital muchas veces superior al de mis colegas.

— Y hoy, a pocos días de cumplir 40 años de casado, que se lo ve tan feliz con su familia y su imperio económico ¿cómo fue que conquistó a su esposa?

— Ella dice que le fascina el olor de mi cuello.

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