— Sabés que hoy estuve hablando con Jorge Gutiérrez, el funcionario del Banco.
— ¿Quién es que no me acuerdo?
— Aquél que me consultó porque descubrió que el hijo tenía un novio y no podía ...
— ¿... el que se puso a discutir a los gritos con la mujer dentro del consultorio?
— Ese mismo.
— Ah, sí, ya me acuerdo: el padre del trolo.
— Bueno, si, ese mismo. Me dijo que el sábado pasado se reunió con dos compañeros más porque el informe que hice para la consultora se filtró y están con una bronca impresionante contra mí.
— ¿Y que tiene ese informe para que se calienten tanto? Pasame la sal.
— La Smith & Sons me pidió una descripción de la cultura institucional con miras a diseñar el modelo de implantación de la reestructura que empieza en un par de meses.
— ¿Y qué tiene de raro la cultura para que haya problema?
— ¿Hay más Coca en la heladera?
— Pará que te la alcanzo yo que estoy más cerca.
— Son empleados públicos inamovibles y del sistema financiero, o sea que piensan como bebotes consentidos de una familia rica.
— ¿Y vos pusiste eso en el informe?
— ¡Qué rico te quedó el pastel de papa! ¿Le pusiste pasas de uva? Todavía no encontré ninguna. No, hice un detalle pormenorizado de las creencias, las costumbres, los supuestos derechos y obligaciones con los que se manejan.
— ¡Comé más despacio que te va a hacer mal! ¿Pero qué pusiste que los preocupa tanto?
— Mirá son sesenta y ocho páginas con letra chica. Por ejemplo, cuando un jefe da una orden desagradable, es común que el funcionario se enferme y que el médico le conceda una generosa licencia; el sistema de ascensos es por antigüedad, o sea que cualquiera puede llegar a gerente excepto que se muera antes de jubilarse; es normal que los clientes hagan regalos pero a nadie se le ocurre pensar que eso es un soborno o una coima, y así una pila de cosas más.
— ¿Y la reestructura para qué es?
— Para que tengas una idea, cuando Estados Unidos empezó la guerra de Vietnam, Smith & sons se encargó de todos los aspectos logísticos porque suscribió un contrato con el Pentágono. Como te imaginarás, son unos muchachos macanudos. ¡Encontré dos pasas de uva! Te quedó riquísimo ¿ya te lo dije? Al presidente se le antojó que las empresas públicas tienen que ser rentables y los números del Banco hace años que no cierran.
— ¿Entonces que pasa con la loreada que te trajo el padre del puto?
— ¡Yo que sé! Capaz que no pasa nada o capaz que se me recomplica, porque el contrato renovable que firmé con Smith & Sons por un año es para asesorar en el tema recursos humanos. Mi tarea implica tratar directamente con algunos funcionarios. Si se me ponen en contra, estoy frito.
— Está por empezar Verdad consecuencia. ¿Lo vas a mirar conmigo?
— Mirá, la verdad que como no sé que consecuencia puede tener esa bronca de los bancarios, no estoy en Fabián Vena para romperme la cabeza con argumentos tan complicados. Voy a llamar al azteca que dirige el Proyecto-Banco para ver si logra tranquilizarme …o ponerme más nervioso.
(El la abraza. Ella se acurruca.)
— Por lo menos lo estás tomando con buen humor ...
— Desde que usás alcaloides Monte Cúdine desvío las balas con una paleta de ping-pong. Además esas dos pasas de uva, me cambiaron la vida. Andá no más que en un rato me sumo a la teleplatea. (La besa.)
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viernes, 25 de febrero de 2011
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