— Sin embargo viniste a recibirme con la única
camisa que sabes que me trae pésimos recuerdos.
— En realidad no me acordaba de ese detalle,
pero además es la única limpia que me va quedando, porque sabes que la señora
que me...
— ...te hace lo que tu deberías poder hacer y
no haces porque piensas que esas tareas son de mujeres... Vengo de un mundo
donde los hombres son seres humanos y las mujeres son seres humanos. SON
IGUALES. ¿ENTIENDES ESO?
— Está bien Matilde, pero por qué me gritas.
¿Recién llegaste y ya retomaste el malhumor local?
— Te grito porque acá hay un gentío horrible y
este aeropuerto es tan chico que parece una cabina telefónica. Ni el peor país
de África tiene tanta incomodidad para recibir a los turistas.
— No te pregunto cómo te fue en el viaje
porque ya veo que te dejó con el carácter más podrido que antes. Consigamos un
taxi.
— ¿Cómo? ¿Y nuestro auto?
— Quedó en el taller porque olvidé reponerle
aceite y se fundió el motor. ¿Te sobró algo del dinero que llevaste para el
viaje?
— Vengo con las tarjetas de crédito
desbordantes de facturas del país que me pidas.
— Entonces vas a tener que hablar con tu papá
porque acá la cosa está que arde. No tengo un peso partido por la mitad.
— (Suena
el celular de ella) ¡Hola Alberto! ¿Dónde estás? ¿DÓNDE? ¿Me viniste a
buscar? ¡Ay! ¡Ahora te veo! ¿Qué haces en ese Volvo nuevo? Sí, sí, me voy
contigo así te cuento todo. (Dirigiéndose
al esposo) Miguel, vete solo que me voy con tu hermano. ¡Chau!
— ¿No me das ni un beso?
— Otro día te daré dos.
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