sábado, 1 de agosto de 2020

LOS VARONES SOLO DAN TRABAJO


 LOS VARONES SOLO DAN TRABAJO

Cuando yo tenía 10 años vivía con muchos familiares: abuelos, tíos, primos. Mis padres no me educaban según su criterio sino que consultaban todas las ideas y a mí me correspondía obedecer a ese parlamento en el que yo no tenía ni voz ni voto.

 

Hubo un momento en que se pensó que yo tenía que estudiar inglés y pronto surgió la idea de hacer una colecta y mandarme a vivir a Estados Unidos utilizando lo que ellos llamaban “una red de intercambio”. Cuando esto parecía resuelto (yo ya tenía 16 años), apareció mi tío Raúl. Se ve que él habló con mi mamá y todos los planes fueron cambiados. Raúl opinó que si la familia quería convertirme en un norteamericano nativo tendría que recibir instrucción en un instituto del servicio secreto de la Unión Soviética (KGB). Mi padre, ensimismado en la novelas policiales de Jorge L. Borges, no ofreció resistencia.

Se contaba en la familia que mi mamá se enamoró de mi papá en Buenos Aires porque él le contó un proyecto de novela que a ella la fascinó. Se trataba de un detective psiquíatra, que siguiendo pistas muy policiales, tenía que averiguar quién de sus pacientes sería capaz de perpetrar un crimen. Mi mamá, entusiasmada, creyó haber descubierto un tipo de literatura preventiva.

Resumo: cuando cumplí 20 años me enviaron a Estonia a estudiar en la KGB.

Con 28 años el entrenamiento incluía mudarme a los Estados Unidos. Todo anduvo bien hasta que una amiga de mi madre, casada con un norteamericano y residente en California, le mandó una carta diciéndole que el FBI me estaba vigilando porque suponían que yo era un espía (¡en plena guerra fría!).

Mis padres se alarmaron y mi tío viajó inmediatamente a Moscú.

Sin que yo me enterara, todos se tranquilizaron cuando volví a Montevideo, casado con una norteamericana, con dos hijos mellizos y sin trabajo.

En pocos meses nos solucionaron todo (casa, trabajo para mi esposa, colegio para los millizos).

Mi papá publicó aquella novela preventiva y no vendió ninguna.

Segú mi abuela, los varones de esta familia solo dan trabajo.


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